Una guerra eterna que nunca da respiro
Imaginá un mundo donde la historia tomó un desvío brutal.
No estamos en 1914 como lo conocés. Acá la humanidad arrastra casi ocho siglos de guerra continua desde que un grupo de caballeros abrió, por error, una Puerta al Infierno bajo la Ciudad Santa. Ese momento marcó para siempre el destino del mundo y dio origen a un conflicto interminable entre los Fieles y las fuerzas herejes que ahora caminan la tierra.
El frente de batalla es una pesadilla sin fin: trincheras, barro, ruinas, humo, rezos, gritos, disparos y criaturas que no deberían existir. La humanidad lucha atrincherada, sobreviviendo como puede en territorios devastados donde la luz apenas llega.
Un universo que mezcla fe, horror y guerra
Trench Crusade no es un “mundo medieval”, ni una “guerra moderna”.
Es la fusión de ambos, atravesada por teología, superstición, armas de pólvora temprana, reliquias sagradas y apariciones demoníacas que acechan entre las trincheras.
Las facciones son claras:
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Los Fieles, que mantienen la resistencia humana con fe, disciplina y tecnología mezclada con reliquias antiguas.
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Los Herejes, humanos corrompidos que pactaron con el Infierno, junto a criaturas que parecen haber salido de una pesadilla sin descanso.
Cada miniatura, cada escuadra y cada criatura tiene un trasfondo, un propósito, una historia llena de desesperación o fanatismo. Nada es genérico: todo está impregnado de identidad.
¿Por qué este mundo atrapa tanto a quienes lo prueban?
1. La ambientación es única
Hay juegos bélicos, hay juegos de horror, hay juegos fantásticos… pero Trench Crusade los mezcla de una forma que no existe en ningún otro lado. Es un universo donde un soldado agotado puede enfrentarse a un demonio con una reliquia sagrada, o donde un monje francotirador sostiene una posición imposible contra fuerzas de otro plano.
2. Cada escuadra cuenta una historia
No armás “tropas”: armás personajes que parecen sacados de un diario de guerra que no debería existir.
Podés imaginar qué batalla vienen de soportar, qué sacrificios hicieron, qué atrocidades vieron.
3. Es un juego de detalles
Los escenarios, las misiones y el tono general invitan a meterse en la narrativa.
Las partidas no se sienten “igual que siempre”: cada enfrentamiento parece parte de una campaña más grande, incluso aunque juegues una sola partida.
4. Da libertad para crear tu propia versión del conflicto
Podés jugar pequeñas escaramuzas de pocos modelos o enfrentar fuerzas más grandes. Podés ambientar tus partidas en trincheras inundadas, pueblos destruidos, templos profanados o zonas demonizadas.
El mundo está construido para que vos escribas tu capítulo dentro de la Cruzada.
¿Por dónde empezar?
La mejor forma de entrar a Trench Crusade es simple: elegir una facción que te llame y arrancar con unas pocas unidades. Con muy poco ya podés jugar una escaramuza que define el tono, la crudeza y la atmósfera del juego.
Desde ahí, el mundo se abre solo: nuevas unidades, nuevas criaturas, nuevos enemigos, nuevas historias para contar en cada partida.
Bienvenido a la Cruzada
Agarrá tu escuadra, tomá posición en la trinchera… y entrá a este mundo como si fueras uno de sus protagonistas.
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